¿Qu茅 papel desempe帽aba la mujer en la antigua Roma?

 

Las mujeres de la antigua Roma, libres o esclavizadas, desempe帽aban muchos papeles: emperatriz, sacerdotisa, diosa, propietaria de una tienda, comadrona, prostituta, hija, esposa y madre. Pero carec铆an de voz en la vida p煤blica.

Tambi茅n carec铆an de voz en la historia. Con pocas excepciones -como las palabras de la poetisa Sulpicia o el grafiti de una mujer llamando a su amante, encontrado en las paredes de Pompeya- lo que sabemos de ellas procede casi exclusivamente de los escritos de los hombres de los c铆rculos m谩s elitistas de Roma.

Como en muchas culturas, el valor de las mujeres en la antigua Roma se defin铆a casi 煤nicamente en relaci贸n con sus padres y maridos; la mayor铆a se casaba a mediados de la adolescencia. Ninguna mujer romana pod铆a votar, desempe帽ar un papel directo en los asuntos pol铆ticos o militares o desempe帽ar un papel oficial en la gesti贸n de la rep煤blica y, posteriormente, del imperio. Sin embargo, podemos vislumbrar tentadores indicios de que las mujeres -normalmente las de mayor riqueza, educaci贸n y estatus familiar- encontraban formas de reclamar nuevos poderes y derechos para s铆 mismas. A veces lo hac铆an influyendo en los hombres de su vida, en ocasiones reclamando un papel religioso en la sociedad y, m谩s raramente, obteniendo cierto grado de independencia legal y econ贸mica.

Lo que los hombres de la Antigua Roma escrib铆an sobre las mujeres

"El erudito Plinio el Joven escribi贸 en una carta sobre su novia adolescente, Calpurnia, que, con unos 15 a帽os, era unos 25 a帽os m谩s joven que 茅l cuando se casaron. Plinio tambi茅n alab贸 cari帽osamente la capacidad de su esposa para memorizar sus escritos.

Otros describieron a las mujeres de forma mucho m谩s mordaz. Ovidio, el famoso poeta de principios del imperio, cre铆a que el "primitivo" impulso sexual de las mujeres las hac铆a irracionales. El pol铆tico y abogado romano Cicer贸n record贸 a un jurado que sus antepasados colocaban a las mujeres "en poder de tutores" (o guardianes) debido a la infirmitas consilii, o debilidad de juicio. Marco Porcio Cat贸n, uno de los estadistas m谩s venerados de la Roma republicana, advirti贸 a sus compatriotas de los riesgos de tratar a una mujer como a un igual, afirmando que "a partir de ese momento se convertir谩n en tus superiores".

Quiz谩s el sat铆rico romano Juvenal ofreci贸 las opiniones m谩s mordaces en su famosa y mis贸gina Sexta S谩tira, escrita en el siglo II d.C. Entre sus quejas: Las mujeres elud铆an cualquier empresa arriesgada pero que mereciera la pena. Eran propensas a la promiscuidad, y m谩s molestas cuando se atrev铆an a hacer alarde de opiniones intelectuales. Y que el cielo ayude al hombre cuya suegra tenga pulso: "Toda posibilidad de armon铆a dom茅stica se pierde mientras viva la madre de tu mujer".

El modelo de matrona romana

Seg煤n el c贸digo legal y social de Roma -escrito y no escrito-, la mujer romana ideal era una matrona que hilaba su propia tela, supervisaba los asuntos de su familia, proporcionaba a su marido hijos, comida y un hogar bien gestionado, y mostraba una modestia adecuada. Las mujeres que desafiaban este estereotipo sol铆an acabar marginadas.

Durante gran parte de la historia de la antigua Roma, las mujeres ni siquiera ten铆an derecho a su propio nombre, y casi siempre tomaban una versi贸n femenina del apellido de su padre. As铆, Cayo Julio o Marco Terencio tendr铆an hijas llamadas, respectivamente, Julia y Terentia. En el caso de que hubiera varias hijas, se diferenciar铆an con un sufijo: Julia Mayor para la mayor, Julia Menor para la siguiente y Julia Tertia para la tercera.

La religi贸n abri贸 las puertas

Si bien la antigua sociedad romana estaba dominada por los hombres, el pante贸n de dioses romanos no lo estaba. De las tres deidades supremas adoradas por los antiguos romanos, s贸lo una -J煤piter, el rey de los dioses- era masculina. Las otras dos eran Juno, diosa principal y protectora del imperio, y Minerva, hija de J煤piter y diosa de la sabidur铆a y la guerra.

Las V铆rgenes Vestales -o sacerdotisas de Vesta- eran las residentes m谩s importantes de la ciudad. Nombradas antes de la pubertad y obligadas a mantener la castidad durante 30 a帽os, las seis j贸venes desempe帽aban funciones sagradas, como preservar el fuego del hogar del templo de Vesta (la creencia era que si el fuego mor铆a, tambi茅n lo har铆a Roma), y otras tareas importantes, como salvaguardar los testamentos de los romanos m谩s ricos y prominentes, como Julio C茅sar. La importancia religiosa de las sacerdotisas les otorgaba un poder e influencia inusuales, y en ocasiones lo utilizaban, como cuando intervinieron para salvar a un joven C茅sar del dictador Sula.

Las mujeres romanas se apoyaron en el poder masculino

Las vidas p煤blicas extremadamente limitadas no impidieron que una serie de mujeres romanas antiguas, todas ellas pertenecientes a la 茅lite, se forjaran focos de influencia junto a sus hombres.

Por su parte, Faustina la Joven estuvo rodeada de poder imperial: Hija del emperador Antonino P铆o, se cas贸 a los 15 a帽os con el futuro emperador Marco Aurelio y tuvo 14 hijos, uno de los cuales lleg贸 a ser emperador C贸modo. Faustina, una de las pocas mujeres a las que se les concedi贸 el t铆tulo de Augusta, el m谩s alto estatus que pod铆a recibir una mujer, era venerada por los militares cuando acompa帽aba a su marido en sus campa帽as, y parece que era apreciada por su esposo, que la nombr贸 Mater Castrorum, o "madre del campamento". Cuando muri贸, Marco Aurelio la llor贸, la deific贸 y fund贸 una serie de escuelas para ni帽as hu茅rfanas en su nombre.

Las mujeres poderosas se enfrentaban a una reacci贸n violenta

Cuanto m谩s poderosa es una mujer, m谩s probable es que se enfrente a las reacciones de los hombres. (Faustina ciertamente tuvo su cuota de detractores).

Livia, la esposa del primer emperador de Roma, Augusto, tuvo una enorme influencia sobre su marido: Un relato casi contempor谩neo de Suetonio cuenta que Augusto elaboraba cuidadosas listas de asuntos en los que quer铆a la opini贸n de su esposa, consejo que a menudo anulaba el de sus asesores.

A pesar de su devoci贸n por el tejido y otras actividades femeninas, Livia recibi贸 duras cr铆ticas. El historiador romano T谩cito la conden贸 para la posteridad en sus Anales como "una verdadera cat谩strofe para la naci贸n" que ejerc铆a tanto control sobre un Augusto envejecido que "exili贸 a su 煤nico nieto superviviente". En poco tiempo, se gan贸 la reputaci贸n de haber envenenado no s贸lo a los nietos de Augusto, sino al propio emperador.

A las poderosas mujeres que rodeaban al emperador Ner贸n les fue a煤n peor. Agripina, su madre y defensora incondicional, hab铆a maniobrado astutamente para llegar al poder, sobre todo mediante el matrimonio (y posiblemente el asesinato), recibiendo tambi茅n el venerado t铆tulo de Augusta. Pero despu茅s de trabajar para que el joven Ner贸n se convirtiera en emperador (y actuar como su regente), carg贸 con la culpa de los asesinatos de su hermanastro rival, Brit谩nico, y de su padrastro, el emperador Claudio, su tercer marido. El propio Ner贸n conspir贸 para matarla, al igual que su propia esposa, Popea, que tambi茅n hab铆a ejercido una poderosa influencia sobre 茅l.

Cambios de estatus

La 茅poca de Augusto trajo consigo algunos de los cambios m谩s significativos en el estatus de las mujeres. Mientras que las mujeres solteras se enfrentaban a fuertes penas y se endurec铆an las leyes que castigaban a las ad煤lteras, las leyes julianas tambi茅n permit铆an que las mujeres que tuvieran al menos tres hijos quedaran exentas de la tutela de un hombre.

A pesar del prisma masculino a trav茅s del cual conocemos a estas mujeres, emergen su humanidad y su diversidad. Con el paso de los siglos, las mujeres de la antigua Roma fueron saliendo cada vez m谩s de la larga sombra proyectada tanto por su sociedad masculina como por los abnegados ideales femeninos. Puede que nunca conozcamos sus nombres, pero sus historias emergen poco a poco de los fragmentos de cartas e inscripciones que ellas y sus familias dejaron atr谩s.

 

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